En esta entrada del blog hablaremos del guion, un tema apasionante que, en el mundo audiovisual, es el origen de todo. Para orientarnos sobre el tema nos dimos el gusto de conversar con la guionista Juliana Ospina, profesora del módulo de guión de nuestro programa técnico y parte del equipo de FAN y FICME, quien nos contó sobre su trayectoria y el oficio de contar historias.

La vocación

En una época en la no existía la posibilidad de estudiar cine o cualquier tema relacionado con el área audiovisual en Medellín, Juliana tomó la decisión de estudiar Comunicación Social en la UPB, aunque lo suyo siempre fue el cine. “Finalmente uno se hace su carrera y yo era muy cinéfila. Éramos muy rigurosos, muy apasionados. Un trabajo de clase, por ejemplo, terminó en festivales en Cartagena y Bogotá. Pero a mí sí me hacía falta estudiar cine. Sentía que no era suficiente”, recuerda.

El propósito era claro: salir de Colombia y estudiar. Su primer trabajo, como realizadora de un programa de literatura en Canal U, le permitió conseguir el dinero para lograr el objetivo. “Ahorré unos cuatro o cinco meses nomás, no tuve vida laboral en Colombia. De una me fui para Argentina”, comenta. Ese viaje la ayudó a descubrir que no quería dirigir, que lo suyo era contar historias. “Me dediqué a hacer cursos de todo. Estudié dirección de actores, apreciación de cine, todo lo que se me atravesara”.

Luego fue la primera estudiante extranjera en pasar el riguroso y concurrido examen de admisión de la ENERC, única universidad pública en Argentina donde se puede estudiar cine. “Se presenta medio país. Unas quinientas personas por carrera y solo pasan diez”, cuenta. En la ENERC estudió Guion Cinematográfico durante tres años y reafirmó su vocación. “Aprender a contar historias para mí era primordial y es la esencia de todo. Puedes tener la mejor foto, la mejor dirección, el mejor sonido, pero sin las historias no hay nada”.

Después de graduarse, decidió quedarse una temporada más. En total vivió en Argentina siete años y hace siete años regresó a Medellín, donde ha vivido el profundo cambio que está experimentando el sector audiovisual. Hablar de la experiencia laboral de Juliana nos llevaría un par de artículos más, pero además de la escritura de más de 20 guiones de ficción y documental y otros 20 para comerciales y videos corporativos, ha asesorado numerosas películas, he estado profundamente involucrada en el ámbito académico y ha hecho parte de la producción y programación de varios festivales de cine.

 

guionista

 

Hacer respetar el oficio

 

Acá en Medellín, Juliana trabaja independiente para varias productoras, en un momento en el cada vez existe una mayor profesionalización en el sector. “Cuando llegué la gente creía que esto era un hobbie, que como uno se divierte haciéndolo, creen que uno no necesita vivir de esto. Me tocó ese cambio de mentalidad, porque acá en Medellín no hay tantos guionistas. En estos años he aprendido a moldear el asunto y hacer respetar el oficio, poner esos límites de no trabajar sin contrato, por ejemplo. Hay que aprender a poner límites en una industria que apenas está empezando a crecer”.

Y aunque el proceso no ha sido fácil, el panorama se ha transformado considerablemente desde que llegó de Argentina. “Está cambiando todo. La producción en Colombia ha aumentado muchísimo, las productoras vienen a buscar series y contenido acá, entonces eso ha sido una buena oportunidad para trabajar con varias personas y en proyectos de todos los formatos”.

Parte del proceso de enseñarle a la industria a respetar el oficio es hacerle entender a los realizadores que, aunque tengan mucha claridad sobre su proyecto y la historia que quieren contar, hacer un guion requiere la intervención de alguien más. “Aunque en estos casos no se puede generalizar porque hay directores que escriben super bien y sacan películas impresionantes a partir del guion que ellos mismos escribieron, estamos viendo muchos directores en los que uno siente la ausencia de un guionista que no esté permeado por la historia, que no esté contaminado por la experiencia y sensibilidad; sino alguien de afuera que sepa del oficio y que lo haya estudiado”, expresa Juliana.

Ese aspecto, lentamente, también ha ido transformándose y redunda en historias mejor contadas, más contundentes y atractivas para los espectadores. “También he notado en los últimos años que los directores de Medellín se están dando cuenta de eso, que necesitan a alguien más. Que pueden darte la idea general de lo que quieren y pueden respetar que vos escribás a partir de esa idea de ellos. Veo a varias productoras que con el tiempo han aprendido a respetar el oficio de cada uno. Y lo interesante es que en Medellín mucha gente se empezó a especializar, cosa que no pasaba cuando yo me fui”.

 

“El guion es un oficio muy divertido pero de mucha responsabilidad”

 

“Toda mi vida está dedicada al guion. Todos los días me levanto a escribir”, comienza diciendo Juliana quien, antes que nada, es una contadora de historias y logra transmitir una profunda mística por su trabajo. “Ser guionista me parece un oficio muy bello. Imaginar mundos, jugar a ser un dios; uno crea, borra, conflictúa, enreda personajes y vidas, y a pesar de que parezca que no tiene consecuencias por ser un papel, pues sí las tiene porque el cine tiene un influencia grande en el espectador”, comenta.

 

Juliana sostiene, además, que la historia no es más que una excusa para hablar de algo más trascendental, una ventana a otras formas, costumbres, lugares y maneras de vivir. “Podés transmitir una idea o una premisa completamente inmoral o antiética sin darte cuenta, solo porque creés que el cine es entretener. El guion es un oficio muy divertido pero a la vez implica mucha responsabilidad. Si no sos responsable con esa visión, con lo que estás hablando, podés transmitir cosas que no corresponden a lo que estás pensando, porque se pueden cometer esos errores; decir algo que uno en realidad no dijo. Como todo se transmite a través de diálogos y acción dramática, es muy difícil expresar todo eso que estás pensando en tu cabeza sin decirlo”.

Acá entramos en el quid del asunto: existe una diferencia abismal entre tener una idea de una historia y expresarla en un guion. “En el guion hay que llevar la historia a imagen y sonido; se tiene que entender absolutamente todo, y todo tiene que estar conectado lógica y causalmente”, explica Juliana. “En la dramaturgia se condensa la vida, es como si eliminaras todos los tiempos muertos y aburridos, y lo que sucede tiene que estar conectado causalmente, no casualmente como pasa en la vida real. Nadie puede escribir un guion de cero, de la nada. Te exige una estructura que además, adentro, tiene otros parámetros que hay que seguir. Para uno aprender a conectar esa causalidad tiene que estudiar”, concluye.

 

Partir de los personajes

 

Trabajar como guionista independiente para varias productoras le ha traído a Juliana uno de sus aprendizajes más importantes. “Cuando me encargan de afuera me tengo que adaptar. Yo elegí un oficio en el que tengo que aprender a trabajar para otros. Y me parece muy divertido también, ponerme en la piel de otro, tratar de entender qué tiene en la cabeza y representarlo en imagen y acción dramática es un reto súper difícil”, afirma.

Trailer de “The Perfect Match”, serie web documental para la marca Barilla realizada por Due Films.

 

Aún así, sean sus propias historias o guiones para alguien más, Juliana tiene un camino creativo claro. “Mucha gente empieza a escribir una historia porque se le ocurre un final, otros escuchan una canción o ven una foto y deciden sacar una historia de eso. Yo casi siempre parto de un personaje. Gracias al personaje tenemos todo”, asegura. Y el personaje, por su parte, tiene una vida y una identidad que permiten un desarrollo más profundo. “Hago una biografía como si fuera un ser humano. Desde que nace hasta que muere. Cómo hace todo, cuando toma café, cómo lo sirve. Cuando uno lo conoce bien, la escritura fluye mucho. Cuando no lo conoces te bloqueas cada página. Lo que va en el argumento, en el guión, es mucho menos de lo que uno pensó”, explica.

Según Juliana, es mucho más natural que el personaje nos guíe a través de la historia, que tratar de encajarlo. “Un personaje tiene vida propia, es el que te guía en la historia y es el que decide por dónde ir, si se mete en esos obstáculos o no, qué hace con su vida. En cambio, cuando haces la estructura primero y encajas al personaje a la fuerza puede quedar un poco mecánica la historia; armada para que él encaje bien en esa estructura y no al revés. Es un dilema antiguo; si es el personaje el que crea la trama o si es al revés”.

La realización de un guion, como Juliana nos ha explicado a través de esta entrevista, supone, además de sensibilidad, muchísimo conocimiento. Desde el Centro Audiovisual Medellín, la invitación es seguir especializándonos para que nuestras historias sigan teniendo mejor calidad, y por supuesto estar atentos al trabajo de Juliana Ospina, una de las guionistas más experimentadas de nuestra ciudad.